domingo, 14 de febrero de 2016

Román, filósofo rural.

               

Cuando yo era chico, casi toda la gente  del pueblo sabía leer y escribir, aunque algunos hubieran ido muy poco tiempo a la escuela.
 Y los hortigüelenses hablaban muy bien, al menos eso decían los forasteros cuando venían a Hortigüelos. Los que vivíamos siempre allí no lo notábamos pero Mariano que venía de vacaciones, el cobrador de la contribución o el veterinario que venía desde el pueblo de al lado, atravesando el río por el puente, y andaba con su caballo por los pueblos de la zona, decían que los de Hortigüelos, además de pronunciar muy bien las palabras,  las utilizábamos con mucha propiedad  y componíamos muy bien las frases.       
Yo lo de las "palabras con mucha propiedad" no entendía que quería decir, hasta que me lo explicó Mariano y, cuando terminó de explicármelo, para que yo me diera más cuenta, me dijo:- Fíjate como habla y las cosas que dice el señor Román que casi tiene noventa años  y debió de ir a la escuela, como el otro que dice, cuatro días, porque desde chico lo empandillaron con las ovejas y con ellas ha andado más de media vida. Y  me fijaba, claro que me fijaba,  porque el  señor Román se prestaba a hablar con todo el mundo y lo hacía hasta con los muchachos chicos  como yo  y es verdad que siempre decía cosas como de mucho pensar y con mucho fundamento.
Decía que teníamos que volver a nacer, a ver si la vez siguiente errábamos menos, porque él  se había equivocado tantas veces al tomar decisiones importantes en su vida que hasta para morirse , que era ya lo más importante que le quedaba por hacer,  seguro que también se equivocaría y moriría en el día, hora y lugar que no tocaba.
También decía que cuando las personas hacemos alguna maldad o  daño a alguien, casi siempre, es por miedo o por ignorancia y, luego, lo explicaba con ejemplos muy bien  pronunciados y contados. Y añadía que él, seguro que le habría hecho daño a alguien a lo largo de su vida y que por eso tendría que pedir perdón, aunque no recordaba haberlo  hecho queriendo.
Repetía muchas veces que las cosas y las personas no siempre son como parecen y que por eso hay que ir con tiento y no confiarse sólo en lo que dice una parte; tal como se necesitan los dos pies para dar un solo paso, igual hay que escuchar a las dos partes antes de tomar partido.
 Así decía tantas cosas que por ello Mariano lo llamaba filósofo rural, sabio de pueblo y cosas así…
Claro que yo le preguntaba, tal y como le había oído a Marita,  que cómo podía ser sabio aquel hombre tan llano y cercano sin haber ido a la escuela ni a la universidad?
Mariano me decía que la sabiduría es llana, humilde y cercana y se adquiere oyendo lo que te va diciendo y enseñando la vida y que no es lo mismo ser sabio que erudito, que a veces confundimos una cosa con otra; esto de erudito me quedó pasmado hasta que continuó explicando que erudito era el que aprendía muchos datos y adquiría muchos conocimientos a base de estudiar, ir a clases e investigar en los libros y, claro, los eruditos sí que han ido a la escuela y a la universidad.


El señor Román además de sabio  y a lo mejor por eso, era una persona de reconocida bonhomía entre la gente de Hortigüelos.
                                                                                            Agustín Hdez. Hdez.

martes, 2 de febrero de 2016

Algunos Apuntes

          El apunte en dibujo es  un ejercicio muy práctico y útil para conseguir un boceto rápido, sin detalles, y acabarlo con calma en el estudio o aplicarlo a una obra que estés realizando o vayas a realizar.
     Además :
         Como práctica de entrenamiento y aprendizaje aporta soltura, rapidez, encuadre de proporciones, enmarque de  formas y volúmenes  y aprender a mirar.
         Por supuesto es un placer, para el amante del dibujo, captar líneas, volúmenes e imágenes en pocos minutos, inacabadas, aunque suficientes para intuir las formas que serán perfeccionadas más tarde.
        Los apuntes que os presento están hechos en un estudio de dibujo con modelo al natural. Son realizados en poses de cinco a siete minutos .
       Los modelos son profesionales que se dedican a posar, generalmente con muy  buen sentido artístico y anatómico.

       Dibujando con carbón o barras de color se consigue sombrear directamente y con gran rapidez.
       Entre los que os muestro los hay  con barras de sanguina, con carbón, pastel, lápiz, acuarela...





















                                                                            Apuntes: Agustín Hernández Hdez.

sábado, 30 de enero de 2016

Berna



A casi todos los muchachos de Hortigüelos les llamábamos con su nombre en diminutivo; por eso a  Sabino todos le llamábamos Sabi.
Sabi decía que el más bruto del pueblo era Berna. A lo mejor tenía razón porque Berna era muy bruto y se ponía rabioso por todo. De chico, en la escuela,  nos mordía y, jugando, él siempre quería ser caballo y hacía los movimientos de trote y galope y relinchos igualito que los caballos.
Si no hacías lo que él quería se enfadaba y cuando le llevabas la contraria y ya no sabía que contestarte te amenazaba con palabrotas y te empujaba hasta que te amilanaba; a Berna sólo lo amilanaba Carlos Chaveta.
 Cuando jugábamos a los aros, Berna tenía que ir el primero y todos teníamos que seguirle, si jugábamos a la perilla y le tocaba a él nos asustaba a todos porque daba los correonazos con el cinturón por la parte de la hebilla y hacía mucho daño. Si el juego era a la peonza, él tenía la más grande, de encina y con un herrón muy fuerte que le hacía el herrero de Hortigüelos, con el que nos rachaba las peonzas de los demás.                                                                               
Para empezar a jugar al balón echaban a pies Berna y El Chaveta que eran los más grandes y los que mandaban y nos iban escogiendo. Berna siempre escogía  a Ramón y a Frigi de los primeros porque eran los que siempre iban con él y le reían las gracias cuando hacía burradas. Normalmente quedaba Sabi el último, sin que nadie lo escogiera y se decían uno a otro: “este pa ti”, y lo ponían de portero hasta que le metían el primer gol; entonces le decían: -“ ¡tu quítate de ahí, que no vales pa ná!” y ponían a otro, al que también quitaban al siguiente gol. Que Berna era muy bruto lo sabían bien todos los perros de Hortigüelos que en cuanto lo olían o veían corrían asustados, ladrando, como alma que lleva el diablo, por las veces que les había dado canina a pedradas o con palos, cerrándoles el paso en las calles, hasta que, asustados, los pobres perros saltaban por encima de los que les azuzaban.
Cuando su padre lo mandaba a llevar los burros, él quería dirigirlos dándoles palos en la cabeza y los burros se resabiaban, se volvían asustadizos y te podían caer.
Tampoco respetaba los nidos de los pájaros y a veces los estropeaba cuando no podía cogerles los huevos o las crías.
Al cumplir once años se fue a estudiar a Segovia para labrarse un futuro y allí no sabemos si era igual que en Hortigüelos donde siguió siendo bruto hasta los 18 años cuando murió su madre. Entonces todos decíamos : -“pobre Berna, ¡con lo buena que era su madre…!”. El  lloraba y las mujeres decían que Berna era muy humano. En aquel tiempo las mujeres debían de ser más humanas que los hombres porque se las veía llorar más veces. Andresín decía que si llorabas la gente te quería más porque veía que eras débil y así te compadecían.
La cosa es que, desde entonces, Berna se hizo más bueno porque la gente le quería y todos decían:- “pobre Berna”. Claro que Andresín  también decía que si para ser bueno y que te quieran se tiene que morir alguien pues  a lo mejor es preferible seguir siendo bruto.
Ya de mayores nos hemos dicho que tal vez Sabi decía que Berna era el más bruto del pueblo porque Sabi era distinto a nosotros: le gustaba mucho leer, no jugaba bien al balón, no daba canina a los perros ,….. y Berna le llamaba mariquita y cosas así.

                Sabino ejerce como aparejador desde que empezó a trabajar a los 23 años, ahora dice que es arquitecto técnico, y Bernabé lleva trabajando con él desde hace treinta años, unas veces de encargado de obra, otras en la oficina de la constructora que  tuvo Sabino, otras promoviendo nuevas construcciones  y ahora restaurando y alquilando apartamentos en edificios con solera del centro de Valladolid
Vienen a Hortigüelos en Semana Santa y en Agosto. Todos sabemos que son dos tipos estupendos; se ríen en el bar diciendo que no saben cómo a estas alturas  son personas normales.
                                                                                                                                                                                                                                                                     Agustín Hernández Hernández


martes, 26 de enero de 2016

viernes, 22 de enero de 2016

Las gafas de Mariamandiles

  
Vendía unas gafas Maríamandiles que costaban un real, tenían la montura de cartón de colores o blanco y unos papeles de celofán tintado  que hacían la vez de cristales, con ellas veíamos el cachito de mundo de Puerto Seguro en San Antonio, con un tinte monocromático. La fiesta podía ser roja, verde, azul o anaranjada según el color de nuestro “cristal”.
Digo veíamos, pero en realidad veíamos poco y mal con aquellas  gafas. Las utilizábamos más para ser vistos que para ver, más para que nos miraran que para mirar, entretanto  oíamos con satisfacción los piropos que nos echaban nuestros mayores: (¡Oii que guapo estás!, ¡Qué bien te sientan! o ¡Que interesante!.
Desde entonces, algunos nos quedamos colgados del color y vemos el mundo  color de rosa en los momentos de optimismo, en  otros con el verde de la esperanza, con el rojo de la pasión, el azul de la nobleza o tenemos la tendencia a verlo todo negro en nuestros peores momentos.
Las gafas de Mariamandiles eran la versión infantil y pobre de las que llevan ahora,  para esconder su mirada o   para atraer la atención, los personajes adultos  que entran en locales nocturnos u oscuros con las gafas de sol; ellos no ven nada, ni falta que les hace, su mayor satisfacción reside en ser mirados.
El color del celofán, del cristal, es la metáfora de los prejuicios con los que vemos a los demás. Todos seguimos con nuestro color pegado a la retina. Si pudiéramos quitarnos el celofán, nuestra visión sería más limpia y real, nos ayudaríamos a ver a las personas más justamente, sin aventurarnos en creencias y afirmaciones o negaciones previas. Sin celofán no afirmaríamos conocer los entresijos de nadie, porque el celofán es lo que nos hace ver verde, rojo o amarillo lo que no es tal, no podemos conocer a nadie si no podemos desprendernos del color del cristal  con que miramos. Tampoco nadie se llega a conocer a si mismo aunque haya transcurrido toda una vida (¡como para conocerle los demás con la visión tamizada por nuestro cristal  coloreado!).

"En este mundo traidor/nada es verdad ni mentira/todo es según el color/del cristal con que se mira"*.

*Ramón Campoamor en Humoradas:
     
     

jueves, 14 de enero de 2016

 Escultura


 Os iré también mostrando mis esculturas con las que disfruto mucho.

Esta está inspirada en  la creación de Adán, pintura del gran  Miguel Angel que se encuentra en la Capilla Sixtina del Vaticano.
 Lo del brazo roto no significa nada intencional, aunque puede dar mucho juego para hacer "literatura" en cuanto a simbología sobre la imperfección del hombre u otras "genialidades y caprichos de artista" ; sencillamente se me partió y consideré que el resto del trabajo  merecía la pena conservarse.




Escultura de Agustín Hdez.      48X26                                               Fotografias de Sergi Valdivieso

miércoles, 23 de diciembre de 2015

Carlos, El Chaveta


Carlos Chaveta, cuando venía de vacaciones a Hortigüelos, no tenía amigos ; los de su edad no lo juntaban. Casi todos  iban con D. Manolo, el cura, de acá para allá y él andaba en solitario con su balón bajo el brazo, alejado del grupo. D. Manolo les decía a “los suyos” que una manzana podrida podía echar a perder la cesta y el Chaveta  que era muy suyo, ni quería ser manzana podrida ni pudrir nada.

 D. Manolo llamaba manzanas podridas a todos los que no hacían lo que a él le gustaba y en Hortigüelos a todos los muchachos estudiantes, menos al Chaveta, se los llevaban al seminario de Burgoseco o a los frailes de otros lugares a ver si aumentaban la cantera de vocaciones;  tal como le gustaba a D. Manolo; así que entre eso y que El Chaveta  era hijo de madre soltera y esto para D. Manolo era  muy de manzana podrida, anduvo, el pobre, como alma en pena, desde que se fue al Instituto de Burgoseco hasta que tuvo quince o dieciseis años y ya lo juntaban las muchachas de su edad . Mientras tanto, los que íbamos con D. Manolo, jugábamos al balón en la era, íbamos de caza con él o a lagartos, hacíamos excursiones al campo o veíamos Bonanza en la casa parroquial.

El Chaveta, como era más grande que nosotros, nos podía a todos  y además era muy suyo, no siempre hacía lo que los demás y por eso no le gustaba ser cura ni fraile. Tampoco quería ser militar ni policía porque le daban miedo  las guerras y las armas y no es que fuera cobarde, ¡que va!, la prueba es que quería ser torero y  siempre que había toros por los pueblos, él se tiraba a la plaza como los mozos valientes, soñaba con los aplausos y vítores triunfales de los palenques y por eso, si lo cogía un toro se haría tan famoso como  Manolete, pero si lo mataban de un tiro o de un bombazo no sería lo mismo. Además le gustaban los trajes de torero y los capotes de colores tan bonitos.  Claro que también le gustaba el uniforme de los seminaristas cuando venían con la sotana, el bonete de picos y la banda azul que ellos llamaban beca y todas las mujeres les decían: ¡que guapooo! Pero, aunque le gustara el uniforme, si era cura no podía tener novia y él quería tener una  para decirle cosas al oído y así.  
Además había visto que los seminaristas, en la iglesia, cuando iban a misa o al rosario, se ponían en la primera fila con una cara muy seria y casi sin pestañear y Alfredo , que sabía mucho, decía que es que ponían cara piadosa porque tenían vocación, pero El Chaveta no estaba seguro de si era cara piadosa o triste; Quico decía que estaban tristes porque para ser curas  tenían que ser castos y puros y que eso les quitaba la alegría. 

Los padres de Hortigüelos decían que había que estudiar para labrarse un porvenir porque en Hortigüelos no había más que el arado y las ovejas.

Total que cuando llegó el momento, El Chaveta, como era grande, sabía mucho y no quería ser cura ni fraile, ni guardia, ni militar, ni policía se fue a examinar a la capital, como le dijo D. Paco, el Maestro,  y sacó una beca para irse a estudiar el grado de bachiller al Instituto de Burgoseco  y allí se le fue olvidando lo de ser torero y empezó él a labrarse un porvenir, porque, como le decía su madre: - Tú, hijo tienes, por lo menos, que hacerte Maestro .  Tanto decírselo y de tanto oírlo, para El Chaveta no existían otras carreras, así que llegó a Maestro y no es lo mismo llegar a Maestro que quedarse en Maestro porque a su madre y a él les costó mucho  esfuerzo; más que  el estudiar,  que al Chaveta le costaba poco, el no llevar un jornal a casa y por eso era la madre la que andaba siempre a jeras cogiendo aceituna, atando haces, lavándole la ropa a la familia del médico, o cualquier otro jornal que le saliera.

Así que al Chaveta, cuando llegó a Maestro y ya se había labrado un porvenir y estaba tan contento y satisfecho, le llamábamos Carlos y en Hontanares de Abajo que era donde daba escuela, lo llamaban D.Carlos y allí se echó una novia muy guapa  que era panadera, a la que  abrazaba por la espalda para decirle cosas al oído.  
                
          Cuando Carlos llegó a Maestro, también varios de su edad que se salieron del seminario y de los frailes, porque ya no tenían vocación,  hicieron  carrera de Maestros, de profesores o de  otras cosas así, de estudios….. Y también se labraron un porvenir.
Carlos se casó con Manoli, la panadera y cuando se estaba muriendo Franco se  hizo de izquierdas porque decía que con la vida de pobre que él había llevado  siempre, no podía ser  de otra cosa, también decía que los de izquierdas eran su gente. Así que  cuando Franco se murió y vino la Democracia, Carlos fue concejal de Hontanares porque decía que de alcalde no le daría tiempo a atender bien la escuela.

El otro día me encontré con Carlos y contándome cosas de su vida me decía que no sabe cómo ha podido salir medio normal con la infancia y juventud que llevó en Hortigüelos, donde somos muy dados a  colgar etiquetas a la gente y a  dar por supuesto que han de responder a ellas de por vida, también dice que a veces piensa que sus rarezas  y manías de ahora,  le vienen de entonces.  Y yo le digo que a saber….
                                                                                        
                                                                                                      
                                                                                       Agustín Hernández Hdez.