A casi todos
los muchachos de Hortigüelos les llamábamos con su nombre en diminutivo; por
eso a Sabino todos le llamábamos Sabi.
Sabi decía que
el más bruto del pueblo era Berna. A lo mejor tenía razón porque Berna era muy
bruto y se ponía rabioso por todo. De chico, en la escuela, nos mordía y, jugando, él siempre quería ser
caballo y hacía los movimientos de trote y galope y relinchos igualito que los
caballos.
Si no hacías lo que él quería se enfadaba
y cuando le llevabas la contraria y ya no sabía que contestarte te amenazaba
con palabrotas y te empujaba hasta que te amilanaba; a Berna sólo lo amilanaba
Carlos Chaveta.
Cuando jugábamos a los aros, Berna tenía que
ir el primero y todos teníamos que seguirle, si jugábamos a la perilla y le
tocaba a él nos asustaba a todos porque daba los correonazos con el cinturón
por la parte de la hebilla y hacía mucho daño. Si el juego era a la peonza, él
tenía la más grande, de encina y con un herrón muy fuerte que le hacía el
herrero de Hortigüelos, con el que nos rachaba las peonzas de los demás.
Para empezar a jugar al balón
echaban a pies Berna y El Chaveta que eran los más grandes y los que mandaban y
nos iban escogiendo. Berna siempre escogía
a Ramón y a Frigi de los primeros porque eran los que siempre iban con
él y le reían las gracias cuando hacía burradas. Normalmente quedaba Sabi el último,
sin que nadie lo escogiera y se decían uno a otro: “este pa ti”, y lo ponían de
portero hasta que le metían el primer gol; entonces le decían: -“ ¡tu quítate
de ahí, que no vales pa ná!” y ponían a otro, al que también quitaban al
siguiente gol. Que Berna era muy bruto lo sabían bien todos los perros de
Hortigüelos que en cuanto lo olían o veían corrían asustados, ladrando, como
alma que lleva el diablo, por las veces que les había dado canina a pedradas o
con palos, cerrándoles el paso en las calles, hasta que, asustados, los pobres
perros saltaban por encima de los que les azuzaban.
Cuando su padre lo mandaba a
llevar los burros, él quería dirigirlos dándoles palos en la cabeza y los
burros se resabiaban, se volvían asustadizos y te podían caer.
Tampoco respetaba los nidos de
los pájaros y a veces los estropeaba cuando no podía cogerles los huevos o las
crías.
Al cumplir
once años se fue a estudiar a Segovia para labrarse un futuro y allí no sabemos
si era igual que en Hortigüelos donde siguió siendo bruto hasta los 18 años cuando
murió su madre. Entonces todos decíamos : -“pobre Berna, ¡con lo buena que era
su madre…!”. El lloraba y las mujeres decían
que Berna era muy humano. En aquel tiempo las mujeres debían de ser más humanas
que los hombres porque se las veía llorar más veces. Andresín decía que si
llorabas la gente te quería más porque veía que eras débil y así te
compadecían.
La cosa
es que, desde entonces, Berna se hizo más bueno porque la gente le quería y
todos decían:- “pobre Berna”. Claro que Andresín
también
decía que si para ser bueno y que te quieran se tiene que morir alguien
pues a lo mejor es preferible seguir
siendo bruto.
Ya de mayores
nos hemos dicho que tal vez Sabi decía que Berna era el más bruto del pueblo
porque Sabi era distinto a nosotros: le gustaba mucho leer, no jugaba bien al
balón, no daba canina a los perros ,….. y Berna le llamaba mariquita y cosas
así.
Sabino
ejerce como aparejador desde que empezó a trabajar a los 23 años, ahora dice
que es arquitecto técnico, y Bernabé lleva trabajando con él desde hace treinta
años, unas veces de encargado de obra, otras en la oficina de la constructora
que tuvo Sabino, otras promoviendo
nuevas construcciones y ahora
restaurando y alquilando apartamentos en edificios con solera del centro de
Valladolid
Vienen a
Hortigüelos en Semana Santa y en Agosto. Todos sabemos que son dos tipos
estupendos; se ríen en el bar diciendo que no saben cómo a estas alturas son personas normales.
Agustín
Hernández Hernández
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