Cuando yo era
chico, casi toda la gente del pueblo
sabía leer y escribir, aunque algunos hubieran ido muy poco tiempo a la
escuela.
Y los hortigüelenses hablaban muy bien, al
menos eso decían los forasteros cuando venían a Hortigüelos. Los que vivíamos
siempre allí no lo notábamos pero Mariano que venía de vacaciones, el cobrador
de la contribución o el veterinario que venía desde el pueblo de al lado,
atravesando el río por el puente, y andaba con su caballo por los pueblos de la
zona, decían que los de Hortigüelos, además de pronunciar muy bien las palabras, las utilizábamos con mucha propiedad y componíamos muy bien las frases.
Yo lo de las "palabras con mucha
propiedad" no entendía que quería decir, hasta que me lo explicó Mariano y,
cuando terminó de explicármelo, para que yo me diera más cuenta, me dijo:- Fíjate como habla y las cosas que dice el señor Román que casi tiene noventa
años y debió de ir a la escuela, como el
otro que dice, cuatro días, porque desde chico lo empandillaron con las ovejas
y con ellas ha andado más de media vida. Y me fijaba, claro que me fijaba, porque el
señor Román se prestaba a hablar con todo el mundo y lo hacía hasta con
los muchachos chicos como yo y es verdad que siempre decía cosas como de
mucho pensar y con mucho fundamento.
Decía que
teníamos que volver a nacer, a ver si la vez siguiente errábamos menos, porque
él se había equivocado tantas veces al
tomar decisiones importantes en su vida que hasta para morirse , que era ya lo
más importante que le quedaba por hacer,
seguro que también se equivocaría y moriría en el día, hora y lugar que
no tocaba.
También decía
que cuando las personas hacemos alguna maldad o
daño a alguien, casi siempre, es por miedo o por ignorancia y, luego, lo
explicaba con ejemplos muy bien
pronunciados y contados. Y añadía que él, seguro que le habría hecho daño
a alguien a lo largo de su vida y que por eso tendría que pedir perdón, aunque
no recordaba haberlo hecho queriendo.
Repetía muchas
veces que las cosas y las personas no siempre son como parecen y que por eso
hay que ir con tiento y no confiarse sólo en lo que dice una parte; tal como se
necesitan los dos pies para dar un solo paso, igual hay que escuchar a las dos
partes antes de tomar partido.
Así decía tantas cosas que por ello Mariano lo
llamaba filósofo rural, sabio de pueblo y cosas así…
Claro que yo
le preguntaba, tal y como le había oído a Marita, que cómo podía ser sabio aquel hombre tan
llano y cercano sin haber ido a la escuela ni a la universidad?
Mariano me
decía que la sabiduría es llana, humilde y cercana y se adquiere oyendo lo que
te va diciendo y enseñando la vida y que no es lo mismo ser sabio que erudito,
que a veces confundimos una cosa con otra; esto de erudito me quedó pasmado
hasta que continuó explicando que erudito era el que aprendía muchos datos y
adquiría muchos conocimientos a base de estudiar, ir a clases e investigar en
los libros y, claro, los eruditos sí que han ido a la escuela y a la
universidad.
El señor Román
además de sabio y a lo mejor por eso, era
una persona de reconocida bonhomía entre la gente de Hortigüelos.
Agustín Hdez. Hdez.
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